Hago nudos para ti con todas las extremidades de mi cuerpo. Lazos sin dolor, sin calor; son mis nudos sin temblor. A mi sangre en tus pies le faltan tus enredos entre mis piernas. A tu entrepierna, mi amor con lengua, susurrando que te amo, intensa. La muerte del sonido implicaba el fin cuando, de repente, oí que prescindías del aire. Escuché mi vanidad, y hubo eco. Al cocinar no debe faltar la sal. Del vértigo a saltar, un mar. Tejer marañas de ovillos es mi ocupación. Sin necesidad de música en el sofá, hay dos y molesta el algodón. Son nubes de sueño no aptas para la mala alimentación. El hambre da vueltas tras el escritorio; el sillón, giratorio, mira de espaldas el juego. Su mirada en el fuego ríe con nosotros. Abrasarnos al devorar es demasiado fácil.
Texto: ENERO 2012
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