Parafernalia de epístolas múltiples a destinatarios invisibles.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Invierno

Rabia incontenida por sentir las orejas desnudas en invierno. El poco pelo no las tapa, el gorro apenas las resguarda; las perforaciones, a la vista, quedan cruelmente expuestas. Hoy se te olvidó decorarlas con cualquiera de los cientos de pares de adornos que duermen, por tu fetiche, en los distintos rincones de tu habitación. Su desnudez sin vergüenza, dejada al viento. Tenues gotas de agua que caen del cielo pero no mojan, que acarician sin peligro aquellas superficies en que se posan. Inocuas, indelebles, pero coloras y saboras. Así se te antoja el invierno, mucho más desconocido e imprevisible que al principio. La ciudad vieja queda rodeada por casas y demás construcciones del pasado. Aún te da la bienvenida; si no estás receptiva ése es tu problema. Saboréalo, mastícalo. Entra en tu proceso de la rumia, no tengas miedo. Vomitar y volver a comer es el ciclo necesario. Devuélvete las fuerzas que necesitas, las ganas que ansías de salir de este letargo que tan terriblemente parece eterno. Todo tiene su fin; sí, y el letargo también.
Cómo desconectar o cortar el cable de alimentación de la ebullición mental... Si las tijeras no cortan y las manos no proporcionan la fuerza necesaria. Siempre se puede barajar la posibilidad de morder.
Texto: NOVIEMBRE 2011

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