Parafernalia de epístolas múltiples a destinatarios invisibles.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Oportunidad

Generalife, Alhambra. Granada (Noviembre 2009)
No se hace nada por facilidad, o no se debería. Por comodidad. Me repugna. No, hay gente que no es así, estoy en lo cierto aunque pierda la fe. Las creencias inexistentes que se rebelan en forma y color subordinadas a la función racionalista arquitectónicamente hablando. Pero yo no soy un animal racional, o no siempre, porque no me gusta serlo. Quizá menos de lo que me gustaría, para no autoimponer nunca límites a mi libertad.
El don de la oportunidad, semánticamente difícil en sus acepciones. Oportunidades inseguras, pero rechazadas en pos de ese altruismo tuyo que llevas meses insultando de eficaz pero también de inexistente. Ése que se te había olvidado tragar y que de pronto se coló en tus días, ése cuyas vacaciones extrañarás cuando no te soportes. Aquí está la oportunidad del don, formalmente palpando la sustancial diferencia, su contrariedad en el abismo. Qué o cómo de oportunos sean, o de inoportunos, los dones de aquellos a quienes regalas tu altruismo no sacrificado, las palabras que una noche juraste guardar por haberlas arrancado ante tu necesidad. Los besos que se pierden en el mundo por la falta de valor, por el oportunismo mismo o por no acomplejar tu interior con tanto sentimiento tedioso, contrariado, que nadie quisiera escuchar. Sólo los animales entienden de qué se trata.  
Texto: JUNIO 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario