Parafernalia de epístolas múltiples a destinatarios invisibles.

viernes, 25 de noviembre de 2011

El trato

En su lado del sofá aguardaba impaciente al sueño. Otra vez las 5:00 am y despierta, pero el tiempo nunca la esperaba: se iba sin ella. De pronto se sintió un reloj más dentro de La Persistance de la Mémoire de Dalí. Pensó en alguna canción que hablase del olvido. Tenía que aprovechar su último recuerdo, y no lo estaba haciendo. 

Mierda. ¿Cómo pudo haber sido capaz? Le había dicho que se verían en el infierno, y allí se encontraba en su sofá, faltando a su palabra. Supuso que podría esperar un poco más. A veces nunca es tarde.

Un cheque sin firmar yacía sobre la mesa, al lado de una botella de ron medio vacía, o medio llena, depende para quién. El vacío de la habitación la había comenzado a asfixiar sin previo aviso, y sus frías paredes la envolvían en una burla del destino. El deseo giraba en espiral en torno a la luz de la única lámpara, pero a esas alturas ya nadie le hacía sonreír con un pincel en la mano.

Un escalofrío recorrió sus pies desnudos, y el sueño inexistente le susurraba al oído cosas que no quería escuchar. Un par de ya borrosos versos escritos al lado del lunar de su ombligo la delataban, aunque el brillo de sus ojos no reflejaba desequilibrio.

Con un irremediable dolor de cabeza decidió tirar el libro al suelo y dejarse de preámbulos. Just do it. Una oleada de violencia estremeció su piel, y firmó el cheque sin apenas mirarlo. Odió no poder romper lo que sería su condena. Media vuelta más en su lado del sofá, con el pensamiento ligero y el cuerpo algo mareado, y siguió sin poder conciliar el sueño recordando que él, donde estuviera, estaría igual que ella.


Texto: ABRIL 2007

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